asignatura "problemas psicosociales en chile", universidad alberto hurtado

asignatura "problemas psicosociales en chile", universidad alberto hurtado

lunes, 22 de septiembre de 2008

Construcción de Género, Travestismo y Discriminación

Testimonio de una activista travesti:
“Yo tengo el género femenino, lo que rodea la persona, lo que te marca como género femenino, ésas tengo. Por ejemplo la forma de vestir, de vivir, las actitudes, el nombre, la vida cotidiana: por ejemplo, levantarme y ponerme crema, que no es del género masculino. De lo masculino también tengo cosas. Cuando era chica yo trataba de ocultar lo femenino, que no se me escapara para que no me descubrieran. Luego hice lo contrario, que no me salieran gestos masculinos. Ahora ya nada de eso importa”. (Férnandez, 2004, p. 11)

Cada vez que hablamos de género, tendemos a confundirlo con conceptos como sexo o sexualidad. Esto resulta como consecuencia, de que hay quienes insisten en afirmar que entre género-sexualidad y /o género-sexo, no podemos hacer ninguna diferencia, ya que en definitiva, la existencia de uno hace posible la del otro. Mientras que hay quienes, insisten en recalcar la diferencia existente entre género-sexualidad y/o género-sexo.

Para tener una noción, sobre el surgimiento del concepto de género como proceso de identidad psicosocial, debemos remontarnos a mediados del siglo XX, ya que éste aparece por primera vez en las ciencias médicas, “para explicar fenómenos en la sexualidad de los individuos”(Fernández, 2004, p. 21), esto para dar cuenta, de las conductas desviadas, antinaturales o alejadas de lo normal, en el ámbito sexual de los sujetos.

Es por esto, que desde ese momento, homosexualidad, travestismo y transexualismo, comienzan a verse como desviaciones sexuales antinaturales, las cuales deben ser reprimidas rápidamente, ya que, van en contra de lo que es válidamente aceptable dentro de las conductas sexuales en un contexto social normalizado.

Esta idea se da por el hecho de entender que existen 2 sexos; varón y mujer, y por otra parte dos géneros; masculino y femenino. Los cuales se relacionan, en tanto que, un sujeto al tener el sexo varón, el género de éste debe ser masculino, y lo mismo ocurre con el sexo mujer, pues su género debe ser femenino y no puede concebirse de otra manera.

Aquello surge, por la idea mencionada al principio, de que no podemos hacer ninguna diferencia entre género y sexo; pues un sexo definitivamente debe estar relacionado con un género en específico y no con el otro.

Sin embargo, se puede criticar esta noción, reforzando la idea de que género y sexo son cosas totalmente distintas, ya que “género ha venido empleándose cada vez más para hacer referencia a toda construcción social relacionada con la distinción masculino/femenino” (Tubert, 2003, p. 48).

De cierta forma, quiere atribuirse al género, “diferentes significados y valores culturales” (Fernández, 2004, p. 21), por lo que debemos entender, el concepto sexo, como algo que viene física y biológicamente impregnado en los sujetos al momento de nacer; pues existen dos sexos; varón y mujer, los cuales, expresan su forma en los aparatos reproductores de cada individuo, y género, como algo que nosotros mismo estamos encargados de crear y desarrollar de acuerdo al contexto social y cultural en el cual nos desarrollamos, junto con las prácticas personales que generamos, y que dentro de nuestras percepciones y valores consideramos adecuadas de acuerdo a lo que cada uno quiere para formar su identidad.

Luego de haber planteado, las dos nociones que surgen sobre el concepto de género (recordemos que una, hace referencia a que, género y sexo serían conceptos que deben desarrollarse paralelamente, y otra, la cual dice, que entre género y sexo puede haber separación), se puede abordar otra temática relacionada: el travestismo. Esto para apoyar y reforzar la idea de que género, es una construcción sociocultural que desarrolla cada sujeto.

Las travestis, son aquellos sujetos de sexo varón, que adoptan características del género establecido como femenino, para identificarse, adoptando en una primera instancia la vestimenta, maquillaje y, posteriormente un nombre, que vendría a identificar a este sujeto como mujer. Desde esta perspectiva, se puede comprender y, así darle un mayor sentido a la idea de que género efectivamente, constituye una construcción sociocultural y personal, que no necesariamente tiene que relacionarse con un determinado sexo. Las travestis, tienen su sexo biológico de varón y, se construyen un género, que es establecido como femenino.

Sin embargo, aquí surge una nueva problemática, ya que, las travestis igualmente, en algún momento desarrollan características que son propias de la masculinidad, ya que ésta, “reaparece como experiencia de vida en la intimidad y en las prácticas sexuales que reconducen a la travesti a definirse como varón”. (Fernández, 2004, p. 51)

Desde aquí se puede decir, que si bien, las travestis construyen su género, éste no estaría dentro de la categorización totalmente femenino, ya que, aunque se quiera o no, presenta factores atribuibles al género masculino, por lo tanto, el género que las travestis reformulan, es un género, que debe adecuarse, tanto a sus características biológicas, como a sus construcciones socioculturales de identidad.


Entonces, ¿Qué son las travestis si no pertenecen ni a lo femenino ni a lo masculino?. Para responder esta pregunta, se puede abordar la noción de Gilbert Herdt (1996), quien señala a su juicio que “la necesidad de hablar de un tercer género surge a partir de una reinterpretación del sexo y del género” (Férnandez, 2004, p. 42), en definitiva, esto tiene relación, con la idea de que, aunque las travestis adopten ciertas características propias de lo femenino, de todas formas su masculinidad deberá ser ejercida en algún instante de su intimidad y vida sexual.

Ahora bien, esta introducción era necesaria, para lograr entender la discriminación que cae sobre este grupo de minorías sexuales, las cuales en Chile, han debido estar en una constante lucha para fortalecer su derecho a la igualdad y no discriminación en el ámbito de la atención pública (el principio de igualdad es posible solo si existe la no discriminación).

Para poder abordar, de manera consistente el tema de discriminación en Chile, es pertinente que recordemos, las relaciones establecidas en el período de la conquista de nuestro país, en el cual “la discriminación y subordinación se practican cotidianamente en el seno de las relaciones interpersonales” (Montecino, p. 32). Esta dominación y subordinación, se entienden aun más, cuando se habla de éstas en el ámbito de las relaciones construidas específicamente entre hombres y mujeres. Es preciso “asegurar que el primer componente de masculinidad en Chile es la patrilinealidad, esto es, la conciencia absolutamente generalizada de que el sentido de la historicidad pasa por el hombre” (Montecino, p. 33), de esta forma queda claro, que la importancia que se le otorga al hombre es igual de considerada, que la importancia de su rol sobre la propia historia de nuestro país.

Otro punto, igualmente interesante, en la construcción de género en Chile, es que el hijo primogénito de nuestros antepasados, “continuará con la misión guerrera, constructora de la verdad...” y más aun, “sostenerá el honor del linaje” (Montecino, p. 35), explicando así, que como país, continuamos con la idea de la gran importancia e influencia del rol masculino dentro de nuestra sociedad, en cuanto a que se le otorga la misión de entregar honor a la descendencia. Honor que no logra encajar con la actualidad chilena, y que por ende, funciona como política de privilegios y así, constata en la realidad concreta, un grado de exclusión bastante grande.

Desde un punto de vista analítico, es preciso considerar estos antecedentes y, añadirle la idea, de que “los niños son educados para abrazar la masculinidad y provocan la consternación social y paterna cuando exhiben signos que amenazan desviarlos de esta ruta” (Fernández, 2004, p. 53), lo que trata de generar un estándar que normaliza los contextos sociales de nuestro país. Esto se entiende desde Foucault, comprendiendo que, cuando algo tiende a anormalizarse, existe la no aceptación de aquello, por el simple motivo de no constituir algo normal dentro del contexto sociocultural. Esto es lo que ocurre con el travestismo y en general con las minorías sexuales, al existir la discriminación hacia estos grupos en nuestro país.

Es por esto, que debemos tomar y generar conciencia acerca de la tolerancia acerca de las minorías sexuales, y no categorizarlos como grupos anormales, ya que han surgido desde y al interior de nuestra sociedad, porque también puede ser que, estando ya en el siglo XXI, los anormales sean otros al no aceptar los cambios que la misma sociedad a veces construye...




Bibliografía:

1. Fernández, J. (2204) “Cuerpos desobedientes, travestismo e identidad de género”. Argentina: Edhasa.


2. Tubert, S. (2003) “Del sexo al género, los equívocos de un concepto”. Madrid: Ediciones Càtedra.

3. Montecino, S. y Acuña M.E. (comp.) Diálogos sobre el género masculino en Chile, Santiago: PIEG, pp.32 – 42.

1 comentario:

Pablo A. Ugarte Insinilla dijo...

La relación que se hace entre sexo y género es buena. Podrían seguir desarrollando el tema en torno a la construcción que hacen las sociedades al respecto.
Coincido con Pablo Fuerte respecto a las APAs.