asignatura "problemas psicosociales en chile", universidad alberto hurtado

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jueves, 25 de septiembre de 2008

¿Trabajadoras de sexo o mujeres infames?


Muchas veces cuando se escucha decir la mera palabra de prostitución o prostituta inevitablemente se asocia (o más bien, lo asociamos) a personas indecentes, inmorales y sin criterio ético alguno, por lo cual muchas veces se les denomina como “mujeres de mala vida”. Pero ¿quién nos dices que son tales personas, que no tienen criterios ni moralidad?.


Acaso es el hecho de que al comercializar su cuerpo, pierden toda su ética, que es en el momento del acto de la transacción donde pasan a ser impuras o por el mismo hecho de haber decidido ejercer la prostitución (dejando de lado aquellas mujeres que lo realizan en contra su voluntad), es un claro ejemplo de que en sí esa persona es inmoral.

Cómo es que se puede ver el acto sexual, planteado y se en cierta forma idealizado (aunque no suceda siempre) en una continuación y externalización del sentimiento de amor mutuo entre dos personas. Cómo algo tan valioso y puro puede se comercializado, dejando de lado todo sentimiento puro y hermoso de lado, para llegar a ser una simple venta, como quien vende un par de zapatillas, se vende el cuerpo, algo que se consideraba tan sagrado.


Ya no es lo que muchos idealizan del sexo, como la reconocida frase lo señala: “hacer el amor”, sino que es un negocio, en donde lo que se pretende es obtener la mayor suma de dinero por los servicios otorgados, no hay otro objetivo principal que no sea éste.

Se ve como un negocio más, una transacción de dinero, en donde ellas mismas así lo consideran, no obstante al igual que cualquier trabajo, las prostitutas o trabajadoras del sexo, como prefieren ser llamadas, reclaman sus derechos, y están en todo su deber de hacerlos por el mismo de hecho de ser personas. “El concepto de “trabajadoras del sexo” nos llega de las experiencias asociativas y reivindicativas que tienen lugar en Latinoamérica. Muchas mujeres huyen del término “prostitutas” y abanderan este otro porque se identifican mucho más con él y porque desean reivindicar derechos en tanto trabajadoras”. (Mamen Briz, extraído el 25 de Septiembre del 2008 en http://www.colectivohetaira.org/mambri0506.html).






Entonces, entendiendo a las prostitutas como ciudadanas que tienen como fin encontrar su sustento económico para así poder vivir, al parecer no es algo tan aberrante, ya que en cierta forma todos los ciudadanos lo hacemos.

Por lo cual, pareciese que el problema no se encuentra aquí en la búsqueda del dinero, sino en cómo y qué se hace para obtenerlo, es esto lo que se considera fuera de las normas morales de la sociedad, como algo que no se rige a lo previamente establecido, y por tanto inaceptable.


Tomando en cuenta esto último, inevitablemente se nos viene a la cabeza a Foucault y su noción de individuo peligroso en “los anormales” (1975).

Se trata pues de una noción jurídica, pero entendida en sentido amplio, ya que no concierne únicamente a las leyes de la sociedad, sino que se refiere también a las leyes de la naturaleza. El campo de aparición del monstruo es un ámbito jurídico-biológico. La figura de un ser mitad hombre mitad bestia”. (Foucault, 1975).


De esta forma podemos ver que las prostitutas pueden ser vistas como aquellos denominados “individuos peligrosos”, ya que pareciese que todo lo humano que poseen, su cuerpo es vendido y con ello su dignidad de mujer. No trasgrediendo meramente lo legal y jurídico, sino aún más importante a su persona ¿llega tan el afán y necesidad de dinero que se tiene que comercializar lo más sagrado que el cuerpo? Y en este caso, si se ha vendido lo más sagrado, y peor aún, una y otra vez, ¿qué es lo que queda? ¿Sólo el cuerpo como envase, que todo lo demás se ha perdido y no podrá ser recuperado?

Entonces, en aquel instante pareciese que dejase de ser humano, es en cierta forma un “anormal”, pues no sólo transgredió las normas de la moral, sino que aún más importante se transgredió así misma como persona.


Sin embargo surge la discusión de que a pesar de lo que se pueda pensar, en cierta forma no ha dejado de ser persona, por el único hecho de que tal como es persona, tiene la voluntad de elegir, y simplemente fue ella (ellas) quienes decidieron ese rubro, o camino por así decirlo.


Por lo tanto en este sentido, surgen distintas discusiones, que al menos en nuestro país, aún no se ha resuelto, siendo quizás una de las razones por la cual todavía no existe una ley que la defina y no tanto a la inversa como se puede pensar.




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