En las entradas anteriores se observa como legalización esta estrechamente ligada con el reconocimiento, en esta respuesta consideraremos reconocimiento según Nancy Fraser quien propone desden una nueva perspectiva un enfoque alternativo que consiste en: tratar el reconocimiento como una cuestión de status social. Desde esta perspectiva, lo que precisa de reconocimiento no es la identidad específica de grupo, sino el status de los miembros individuales de un grupo como plenos participantes en la interacción social.
Consideremos la situación actual de/en Chile, situación la cual el comercio sexual se ubica dentro del margen de la ilegalidad, lo que no quiere decir que no ocurra y esto queda mas que claro en la Ley, que prohíbe la prostitución como forma de comercio presentándose como un doble discurso pues aun en la ilegalidad les exige a las trabajadoras sexuales un carné de sanidad al día para poder circular, carné que inmediatamente las identifica como trabajadoras sexuales, sin necesidad de serlo necesariamente.
Otra grave consecuencia de la supuesta ilegalidad es que ha llevado al comercio sexual a ejecutarse de manera clandestina en locales doble estándar que sirven de cuartada perfecta para un comercio ilegal por ejemplo cafés con pierna, salas de masajes, cabaret, etc. Es así como una lógica de represión obliga a ocultar una realidad presente trayendo consigo consecuencias nefastas para las prostitutas como el incremento de la clandestinidad, condiciones de precariedad , inseguridad, continua exposición al VIH y lo que es fundamental, una dependencia de los proxenetas o mas bien llamados “Jefes”
Sin embargo a pesar de todo, ellas están concientes de lo que realizan y saben el porque de su acción, por ello no podemos hablar simplemente de una falta de reconocimiento, sino de algo que va mas allá.
“La falta de reconocimiento, por lo tanto, no significa desprecio y deformación de la identidad de grupo, sino subordinación social, en tanto que imposibilidad de participar como igual en la vida social”. (Fraser, 2000, p.61)
Es claro que en la situación actual de Chile existe una falta de reconocimiento pero no solo un reconocimiento de la identidad, sino también del estatus, pues es solo ahí como menciona Fraser cuando podremos alcanzar la verdadera igualdad.
Las trabajadoras sexuales realizan un trabajo remunerado y que requiere de esfuerzo como el de cualquier otra persona, pero al contrario de estas ellas no cuentan con seguro, previsiones y mucho menos imponen, por lo que no tienen acceso a una estabilidad, menos hablar de seguridad y seguros médicos (FONASA) que las respalden a ellas y sus familias. Esto bajo ninguna circunstancias las deja en un mismo estatus que el resto de los trabajadores.
La distinción no solo se genera en lo laboral, pues al ser la prostitución una de las manifestaciones más extremas de las relaciones económicas y sociales las repercusiones que suelen haber sobre todo en lo social son inimaginables.
¿Podemos hablar entonces de igualdad?
Una posible solución a esta injusticia es lo que Fraser denomina una política de reconocimiento, que no solo haga referencia a una cuestión de identidad, sino más bien que aspire a superar la subordinación reestableciendo a la parte no reconocida como un miembro pleno de la sociedad, capaz de participar a la par con esto.
A modo de conclusión es necesario agregar que para poder plantear la idea de legalización es necesario también hablar de una regularización de los sistemas que autorizan y regulan el comercio clandestino, ya sea entregando patentes a los cabaret como controlando que los carnés estén al día, si el sistema falla y comienzan a existir coimas y transacciones tránsfugas generalmente las únicas perjudicadas son las trabajadoras sexuales y beneficiados los proxenetas, por ello es necesario ahora mismo establecer una ley clara y un sistema transparente y controlado sobre el comercio sexual. Para que las irregularizaciones y malos tratos ceceen
Consideremos la situación actual de/en Chile, situación la cual el comercio sexual se ubica dentro del margen de la ilegalidad, lo que no quiere decir que no ocurra y esto queda mas que claro en la Ley, que prohíbe la prostitución como forma de comercio presentándose como un doble discurso pues aun en la ilegalidad les exige a las trabajadoras sexuales un carné de sanidad al día para poder circular, carné que inmediatamente las identifica como trabajadoras sexuales, sin necesidad de serlo necesariamente.
Otra grave consecuencia de la supuesta ilegalidad es que ha llevado al comercio sexual a ejecutarse de manera clandestina en locales doble estándar que sirven de cuartada perfecta para un comercio ilegal por ejemplo cafés con pierna, salas de masajes, cabaret, etc. Es así como una lógica de represión obliga a ocultar una realidad presente trayendo consigo consecuencias nefastas para las prostitutas como el incremento de la clandestinidad, condiciones de precariedad , inseguridad, continua exposición al VIH y lo que es fundamental, una dependencia de los proxenetas o mas bien llamados “Jefes”
Sin embargo a pesar de todo, ellas están concientes de lo que realizan y saben el porque de su acción, por ello no podemos hablar simplemente de una falta de reconocimiento, sino de algo que va mas allá.
“La falta de reconocimiento, por lo tanto, no significa desprecio y deformación de la identidad de grupo, sino subordinación social, en tanto que imposibilidad de participar como igual en la vida social”. (Fraser, 2000, p.61)
Es claro que en la situación actual de Chile existe una falta de reconocimiento pero no solo un reconocimiento de la identidad, sino también del estatus, pues es solo ahí como menciona Fraser cuando podremos alcanzar la verdadera igualdad.
Las trabajadoras sexuales realizan un trabajo remunerado y que requiere de esfuerzo como el de cualquier otra persona, pero al contrario de estas ellas no cuentan con seguro, previsiones y mucho menos imponen, por lo que no tienen acceso a una estabilidad, menos hablar de seguridad y seguros médicos (FONASA) que las respalden a ellas y sus familias. Esto bajo ninguna circunstancias las deja en un mismo estatus que el resto de los trabajadores.
La distinción no solo se genera en lo laboral, pues al ser la prostitución una de las manifestaciones más extremas de las relaciones económicas y sociales las repercusiones que suelen haber sobre todo en lo social son inimaginables.
¿Podemos hablar entonces de igualdad?
Una posible solución a esta injusticia es lo que Fraser denomina una política de reconocimiento, que no solo haga referencia a una cuestión de identidad, sino más bien que aspire a superar la subordinación reestableciendo a la parte no reconocida como un miembro pleno de la sociedad, capaz de participar a la par con esto.
A modo de conclusión es necesario agregar que para poder plantear la idea de legalización es necesario también hablar de una regularización de los sistemas que autorizan y regulan el comercio clandestino, ya sea entregando patentes a los cabaret como controlando que los carnés estén al día, si el sistema falla y comienzan a existir coimas y transacciones tránsfugas generalmente las únicas perjudicadas son las trabajadoras sexuales y beneficiados los proxenetas, por ello es necesario ahora mismo establecer una ley clara y un sistema transparente y controlado sobre el comercio sexual. Para que las irregularizaciones y malos tratos ceceen
Referencias:
-Fraser, N. (2000) Nuevas Reflexiones Sobre el Reconocimiento. Artículos
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